GRUPO BAMBU

17/11/13

Los postergadores



En mayor o menor medida, todos tenemos que hacer tareas que nos resultan desagradables que son importantes y sabemos que tenemos que hacerlas tanto si nos gusta como si no. Muchas personas prefieren dejarlo para el día siguiente o para más tarde o para "cuando esté de humor". 

Cuando esto sucede de forma habitual puede dar lugar a problemas en el trabajo o en los estudios. Algunos universitarios, por ejemplo, pueden acabar dejando la carrera debido a que parecen no encontrar nunca el momento apropiado para ponerse a estudiar. Y no realizar el trabajo a tiempo puede suponer problemas con los superiores e incluso arriesgarse a ser despedido. 

A veces se trata de un estilo de vida

Muchas veces, esta tendencia a postergar ciertas cosas puede considerarse una manera más general de encarar la vida; una forma de ser que no se limita únicamente a tareas concretas y específicas que retrasamos hasta el último minuto, sino que puede presentarse también de forma más solapada, como seguir durante años en el mismo trabajo aunque no nos guste, no emprender actividades nuevas que nos gustaría hacer, ponerse "enfermo" cuando hay que hacer un trabajo desagradable, evitar las confrontaciones o la toma de decisiones, culpar a otros o a la situación ("es aburrido") para evitar hacer algo, tener grandes ideas y hacer muchos planes pero no llevarlos nunca a cabo, estar tan ocupados divirtiéndonos que no tenemos tiempo para hacer el trabajo importante o pensar que antes tienes que hacer tal o cual cosa, dándose la extraña coincidencia de que siempre surge algo que te impide realizar la tarea en cuestión mientras te dices a ti mismo, sorprendido, que hay que ver lo liado que estás que no encuentras el momento para hacerlo.

El proceso: de la postergación a la ansiedad

Lo que principalmente busca esta persona al posponer una tarea es sentirse mejor al evitar (al menos momentáneamente) hacer algo que no le gusta o no le apetece. Pero, paradójicamente, a menudo ocurre todo lo contrario. El proceso sería más o menos el siguiente: empiezas diciéndote que lo harás mañana, cuando no estés tan ocupado. Pero al día siguiente vuelves a decirte lo mismo y lo vas retrasando cada vez más. Conforme pasa el tiempo empiezas a ser crítico contigo mismo o a buscar excusas ("no sé cómo puedo ser tan vago", "tenía que estar con mis amigos o pensarán que no me intereso por ellos", etc.). Lo sigues retrasando hasta que no hay más tiempo y entonces no tienes más remedio que hacerlo a toda prisa y de cualquier manera o es posible que ya ni siquiera tengas tiempo. Te enfadas contigo mismo, te dices que eres un estúpido y te prometes que no va a volver a suceder, o bien piensas que en realidad no tenía tanta importancia. Después haces exactamente lo mismo con la siguiente tarea y el proceso se repite una y otra vez.

¿Por qué algunas personas se comportan como si fueran adictos jugando a "quiero sentirme culpable y desgraciado por no hacer lo que tengo que hacer"? Para entender esto, así como para cambiar nuestro comportamiento, conviene comenzar por indagar un poco en nosotros mismos y tratar de descubrir qué es lo que está pasando y cuáles son los motivos por los que nos comportamos así. Para empezar, veamos los distintos grupos en los que pueden clasificarse estas personas.

El grupo relajado

1. La vida es bella

Estas personas tratan de sacar de su mente y olvidar los sentimientos que les produce la tarea que tienen pendiente y centran toda su atención en cosas más agradables, como salir de copas con sus amigos, ver la tele, etc. Se trata de personas con una baja tolerancia a la frustración que buscan el placer constantemente y no quieren hacer nada que les resulte desagradable. Se centran en pasarlo bien y ser felices en todo momento.

2. Primero el placer

Suelen estar preocupadas por satisfacer sus necesidades emocionales, como conseguir amor, amistad, felicidad, etc. y dichas necesidades revolotean continuamente por su cabeza dificultando el trabajo o el estudio, que queda en un segundo plano. Muchos soñadores que jamás llegan a hacer realidad sus sueños porque detestan entrar en detalles entrarían en esta categoría: es bonito construir castillos en el aire pero no lo es tanto ponerse a trabajar para hacer uno de verdad.

3. No vale la pena

Para estos "postergadores felices" la meta final (obtener una licenciatura, por ejemplo) no vale la pena el esfuerzo, sobre todo cuando ven todo el trabajo que tienen por delante como algo desagradable, odioso y aburrido. Aun así, se trata de algo que quieren hacer. Quieren terminar sus estudios, licenciarse y empezar a ganar dinero trabajando. En este caso, está claro que estas personas tienen un problema que solucionar.

4. No me gusta trabajar

Suelen decirse a sí mismos cosas como: "tengo que tener ganas de estudiar antes de empezar", "no puedo soportar aburrirme", "si no me gusta hacer algo no tengo por qué hacerlo", "este trabajo es absolutamente odioso y es imposible encontrar algo agradable en él", "el profesor de matemáticas es odioso y las matemáticas son odiosas y odio las cosas que son odiosas" y, por supuesto, la más famosa de todas: "no me gusta trabajar".

El grupo ansioso

Se trata de aquella persona que arrastra un gran estrés y ansiedad relacionados con su trabajo. Posterga las cosas pero se siente culpable, no es capaz de "desconectar" y divertirse y hay un vocecilla constante en su cabeza que le recuerda todo lo que tiene que hacer, le regaña, le atosiga y le grita que es un inepto o un estúpido que no vale para nada. A veces pueden tener todo hecho a tiempo, debido a que el sentimiento de culpa o deber es más poderoso, pero tienen que luchar constantemente contra sus deseos de abandonarlo todo, están siempre estresados y el sentimiento de culpa es casi una constante en sus vidas, ya que aparece cuando tratan de relajarse y escapar de esos sentimientos desagradables o evitar la tarea.


Fuente: http://cepvi.com

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