ESCRITO POR  
Según White, conocemos como zona de confort aquel estado de comportamiento en el cual la persona opera en una condición de “ansiedad neutral”, utilizando una serie decomportamientos para conseguir un nivel constante de rendimiento sin sentido del riesgo.
Dicho de otra manera, es aquella zona metafórica en la que el ser humano reside cuando se mueve constantemente en un entorno que domina.  En esta zona las cosas nos resultan conocidas y cómodas, sean éstas agradables o no. Ir a la Universidad todos los días es estar en tu zona de confort, así como el trabajo diario, la vida en pareja o en familia (ya sea discutiendo o disfrutando),  e incluso pasar horas en un atasco todos los días. Todo lo que conoces y te resulta cómodo, está dentro de tu zona de confort.
Más allá de nuestra zona de confort hay cosas increíbles, casi podríamos decir que mágicas, solo es cuestión de salir de nuestro rinconcito de comodidad y explorar. Alrededor de nuestra zona de confort, se encuentra nuestra zona de aprendizaje, a la que salimos para ampliar nuestra visión del mundo: cada vez que haces algo que te resulta desconocido estás visitando esta zona metafórica. Por ejemplo, cuando viajas a nuevos lugares, cuando adquieres conocimientos que hasta el momento eran desconocidos, cuando tratas con personas nuevas o haces nuevos amigos, cuando te tienes que enfrentar a una situación complicada a la que nunca antes te habías enfrenado…
Y si te sientes valiente y decides explorar más allá de tu zona de aprendizaje, llegarás a la que se denomina zona de pánico o de no experiencia, también conocida como la zona mágica, el lugar de los grandes retos, en el que oirás a menudo “eso no se puede”, “si no se ha hecho es porque es imposible”, o “cuidado no vayas a fracasar”. Pero qué más da, no merece la pena quedarse con la sensación de no haberlo intentado.
Tu zona de confort puede parecer un lugar cómodo en el que permanecer, incluso puede darte la sensación de estar haciendo todo lo necesario encontrándote dentro de ella, pero solo explorando un poco más allá podremos descubrir todas las posibilidades que tenemos a nuestro alcance.
Como dijo Neale Donald Walsch, “la vida comienza al final de tu zona de confort. Así que si te estás sintiendo incómodo ahora mismo, que sepas que el cambio que está sucediendo en tu vida es un principio, no un final”. El ser humano es incomprensible, cuando nos enfrentamos a un cambio tendemos a focalizarnos más en aquello que podríamos perder que en aquello que podríamos ganar, y que probablemente ganaremos. Con lo bonito y gratificante que es intentar algo y que funcione, y también con todo lo que te enseña intentar algo y fracasar, como por ejemplo, cómo no hacer las cosas.
zona de confort
Sentirnos incómodos nos asusta y nos preocupa, nos angustia y nos hace dejar pasar grandes oportunidades. Probablemente no te resultará cómodo y agradable, al menos al principio, salir de tu grupo habitual y apuntarte a un curso sobre algo que te interese en el que no conocerás a nadie.
Enfrentarnos a un grupo de personas al que no conocemos nos puede incomodar inicialmente, pero ¿vas a dejar pasar todo lo bueno que te podría aportar porque te da pereza o te agobia conocer gente nueva? Esto nos ocurre muy a menudo, ya que olvidamos todo lo que podemos aprender al relacionarnos con gente nueva, al intercambiar opiniones, al crecer explorando nuevos horizontes.
T. Harv Eker ya nos lo advertía: “Nadie ha muerto jamás de incomodidad, y, sin embargo, vivir en nombre del confort ha matado más ideas, oportunidades, acciones y crecimiento que todo lo demás junto. ¡La comodidad mata! Si tu objetivo en la vida es estar cómodo, te garantizo dos cosas: primera: jamás serás rico; segunda, jamás serás feliz.”
Aunque claro, también estarán los que piensen que cada uno encuentra la felicidad a su manera, que hay quien siguiendo en su zona de confort, es la mar de feliz. Quizás sea que en la vida existan dos tipos de personas refiriéndonos a la percepción que se tenga sobre la zona de confort: los conformistas y los ambiciosos, en el sentido bueno de la palabra.
Las personas ambiciosas para mi, son aquellas que siempre tienen ganas de más, no necesariamente en lo material, sino más bien refiriéndonos al aprendizaje, a las ganas de emprender nuevos proyectos, de empezar y acabar cosas nuevas, de conocer nuevos países, idiomas, conocimientos de diferentes ámbitos que adquiridos por una misma persona se interconectan y dan lugar a cosas maravillosas.
Sin embargo, las personas conformistas, que se anclan a su estado de comodidad en vez de echarle un poco de valor a la vida para conseguir perseguir aquello con lo que sueñan, acaban siendo personas mediocres. Personas que no se preocupan por sus verdaderas necesidades, pasiones e ilusiones, y que probablemente, tras años permaneciendo en estado de inmovilidad, como los cuerpos que no se mueven de una cama, acaban engangrenándose.
Con el paso de los años, creen no tener sueños que perseguir, pero lo único que ha pasado es que esos sueños se han quedado dormidos de tanto esperar. Como decía Thomas Edison, “no tendremos mejores condiciones en el futuro si se está satisfecho con todo aquello que tenemos en la actualidad”.
Quizás para muchos la zona de confort siga pareciendo un lugar seguro en el que quedarse viendo la vida pasar, para mi, sin embargo, hace tiempo que la zona de confort se convirtió en la zona de riesgo. La zona en la que nunca pasa nada  interesante ni emocionante, en la que no se aprende nada nuevo, y en la que me voy a la cama sin esa sensación de haberlo dado todo y de ansiar que sea mañana para seguir dando más. Definitivamente, esa zona no es para mi, y seguro que tampoco lo es para muchos de vosotros.
Y por si aún no he conseguido convenceros de lo importante que es salir de nuestra zona de confort, aunque solo sea de vez en cuando, aquí os dejo este inspirador y motivador vídeo en el que se habla sobre ello de una manera muy entretenida: https://www.youtube.com/watch?v=i07qz_6Mk7g
Y vosotros, ¿os atreveréis a soñar?
Imagen cortesía de iStock