Muchas veces nos escuchamos diciendo frases como: “Hace años yo era más feliz”, o “Con esta persona viví los mejores momentos de mi vida”, o también “Si tuviera más dinero podría hacer lo que quiero y estaría más contento” y tantas otras. En realidad deberíamos estar conscientes que la felicidad que sentimos asociada a ciertos eventos proviene desde adentro, y que no depende de las circunstancias ni de las personas vinculadas a ellos.
Es mucho más fácil externalizar la felicidad, hacer que dependa de lo que pasa afuera, ya que así no asumimos la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene de crear una existencia plena. Tomamos el camino de bajada, corriente abajo, el camino que nos lleva a ser dependientes de lo que ocurre en el exterior para ver si nos hace felices o miserables.
Los períodos de tu vida en los que has sido más feliz no dependieron de las personas que te rodeaban, ni del trabajo que tenías, ni de cuanto ganabas para vivir, esa felicidad solo la experimentaste porque estabas presente. Lo que pasa es que nos es mucho más fácil cuando lo de afuera parece ir bien y ser armónico (como cuando tenemos un buen trabajo y una relación que nos llena, por ejemplo).
Debemos apuntar a estar siempre presentes, cuando los eventos muestren ser favorables o desfavorables (lo cual a fin de cuentas es una ilusión, ya que a la larga todo nos termina ayudando).
Cuando estamos presentes somos felices. Esto ocurre porque somos en esencia felicidad pura, y cuando no estamos juzgando ni masticado el pasado, esa felicidad intrínseca se expresa.
Así que ya sabes, esos periodos felices, esos tiempos mejores que tanto añoras, dependieron únicamente de ti y de como te planteaste la vida en ese momento. Hoy tienes la capacidad de hacer de este momento el mejor momento de tu vida, y más nos vale hacerlo, ya que este momento es el único que existe.
Imagen: Fabian Oefner
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